El derrame rojo de mis cuencas oculares
cada vez que te miro.
El rojo escarlata a temperatura de ebullición
de mi sangre
Cuando te pienso.
Y si sueño contigo,
tu viril perfume rojo disuade a mis sentidos
para extasiarme en ti.
Admito que eres el rojo astral del alma
que me brota,
como lava ardiente,
de entre los pensamientos y la piel,
donde desde aquel instante me abraso
una y otra vez,
aunque muera de placer.
Por eso
siempre voy dejando un rastro
de migas fluorescentes
y lanzando luces de bengala rojas
al espacio.
Por si andas perdido,
tu camino se ilumine en rojo,
tú te enciendas de rojo,
y siguiendo nuestros pasos rojos
podamos encontrarnos.
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