jueves, 2 de febrero de 2012

No me importa...




Que importa si te odio mañana tanto como ayer. Si algunos días nos declaramos la guerra fría hasta el cansancio como adversarios en la ley del más fuerte. Si nos apuñalamos a muerte en un duelo de palabras afiladas por la frustración de nuestras debilidades o si a veces te miro solo para condenarte a la indiferencia.
No, no importa si mañana olvido recordar esas pequeñas cosas tan esenciales entre la inercia de la rutina diaria. Solo sé que siempre volveremos sobre nuestros pasos para converger en una tregua de caricias y besos volviéndonos maleables al calor del perdón. Abandonados a la demencia de esta complicidad.
Porque nada importa. Yo siempre estaré aquí y tú no iras a ninguna otra parte cuando la ausencia nos duela en cada átomo.
Y qué más da si somos marionetas de una vil naturaleza inconforme. Aún sabiendo que mañana, tal vez, mi simiente guerrera quiera desterrarte de mis sueños cuando olvide recordar, o aún si un día llegáramos a mirarnos como extraños conocidos, si vivimos este momento será nuestro para siempre.

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