lunes, 9 de enero de 2012
La tierra prometida...
Errante camino sobre mis pasos
como una, y otra, y otra vez,
sobre la tierra condenada.
Tierra de mil heridas lloradas
y de canciones desechas
donde desemboca el alma en llanto
y ruge con rabia el corazón.
Donde el hielo seco quema la carne
y la lava candente la hace fértil.
Entre un sentimiento que se escapa
tras los espejismos del desierto
que solo alientan esta sed.
Petrificando mis agonizantes labios
que no dejan de invocar a la muerte.
La dulce muerte del dulce momento
en que aguas de un manantial
les devuelvan el tiempo vivo.
En que los ojos obedezcan las señales,
esas que todavía no entienden
pero que siempre han podido ver.
Siguiendo a la rueda del destino
tirada por los unicornios salvajes
que solo son visibles para mí.
Porque soy uno de ellos,
porque los encuentro en mis sueños.
En esos sueños a los que pertenezco
existiendo en mi única realidad.
Regresando a la tierra prometida
que me recibe en el tiempo justo,
y a la que una, y otra, y otra vez,
el universo caprichoso me devuelve.
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